Escena 1

Una habitación completamente blanca, tres sillas formando un triángulo. En el fondo se ve una luz que titila. Entra el coro y se acomoda detrás del triángulo de sillas.

 

CORO

Estrofa 1

Nunca tuvo un nombre propio.
Lo único absolutamente suyo fue la lista de sus muertos.
Aún su nombre era el de uno de sus muertos.
Como si ser nombrada en honor a una hermana
que no alcanzó a conocer nunca,
el nombre de una niña muerta,
pudiera haber sido una señal de precaución,
una clase de clave para entender,
o predecir,
si se puede predecir algo,
el futuro.
Como si en la ajenidad del nombre,
de algo que no es propio sino una herencia
cupieran entonces las pérdidas,
o las reliquias,
si se le puede llamar reliquias a la constante de la sangre.

 

Antiestrofa 1

¿Quién era usted?
Usted. Huérfana de madre.
Seis años y arrojada al pozo de los desahuciados
por una madre que no soportó la muerte de una hija.
De otra hija.
De aún otra.
Como si fuera cosa del destino.
Si es que existe una cosa así,
el destino.
Usted. Huérfana de padre.
Hija del dueño de algo en algún un pueblo al que volvió
para nombrar luego a la que sería su hija en el futuro.
Y que recordaría el nombre,
como un rezo o una imprecación
cuando ya nada en el mundo tenía sentido.
Un pueblo de paso.
Un pueblo, también, como una trampa asfixiante.
Una sentencia de muerte.
Usted, que tuvo seis hermanos y que no hablo? nunca con ma?s de uno.
La única que le quedo? a su única otra hermana.
Usted que soñó con una casa y con conocer el mar,
que escapó de sus raíces a los quince años
con el título de huérfana tatuado en su piel desde tres antes.
Usted que no quiso trabajar para ganarse la comida,
malcriada por el padre que la dejó sola antes de tiempo,
sumando a la acumulación de nombres de sus muertos.
Esa escalera eterna,
esa letanía.
Usted, cuyos ojos vieron la Ciudad Más Grande Del Mundo
y a los habitantes de la Ciudad Más Grande Del Mundo
tras salir de una puerta que no volvió a abrirse nunca.